Jornada sobre Educación:
"Nuevos Modelos de Gestión Educativa:
Calidad y Equidad en la Argentina"

Salón Auditorio de la H.C.D.N. - 20 de Abril de 1999

 

Palabras de apertura a cargo del Dr. Martín Borrelli:

Pocos temas causan tanto desasosiego y preocupación en nuestra sociedad como el de la educación. Una encuesta reciente revela que está entre las cuatro cuestiones de mayor importancia. También que casi el 60% de la población entiende que la educación empeoró en los últimos dos años.

Históricamente, ésta estuvo asociada en nuestro país al desarrollo del sentimiento de la nacionalidad y de la identidad política, cuando la revolución y los primeros años de la organización nacional aspiraban a dejar atrás décadas de sumisión y atraso basados en la negación de la enseñanza que la conquista había impuesto como una forma de sometimiento. Para concretar esa aspiración había que modificar el planteo colonial y fijar los fines perseguidos creando escuelas, adaptando textos, dignificando el magisterio, insuflando nueva vida a la instrucción del pueblo, mejorando al mismo tiempo la situación económica y social en general.

"La instrucción pública es la base de todo sistema social bien reglado y cuando la ignorancia cubre a los habitantes de un país, ni las autoridades pueden con suceso promover su prosperidad, ni ellos mismos pueden proporcionarse las ventajas reales que esparce el imperio de las leyes", expresó Rivadavia allá por 1822, épocas en donde el analfabetismo ascendía al 70% de la población.

Ya en aquel entonces, los problemas presupuestarios constituían un importante obstáculo al desarrollo de la educación. Las batallas de la independencia, primero, la guerra con Brasil en 1825 después, luego el bloqueo anglo- francés en la época de Rosas, las sangrientas luchas civiles, siempre, fueron el marco político, social y económico en el que intentaba despegar la educación pública argentina. Sin embargo, con el empuje, la claridad de objetivos y la coherencia demostrada por las distintas administraciones que se sucedieron luego de 1852, aquella Argentina empobrecida dejó como legado, pocos años después figuras de la talla de Sarmiento y herramientas transformadoras como la recordada Ley 1420.

La escasez de recursos o la mala asignación de los mismos –dos conceptos que de alguna manera pueden asimilarse- han sido un denominador común a lo largo de la mayor parte de la historia de la educación en nuestro país. Valga como ejemplo la siguiente anécdota: 142 años atrás, cuando Sarmiento ocupó el cargo de Jefe del Departamento de Escuelas de Buenos Aires, imposibilitado de obtener rentas propias que le permitieran cumplir con la alta misión que él deseaba asignarle, consiguió recién al año de estar en el cargo que se destinaran a la educación los bienes confiscados a Rosas con los que inicia los fondos destinados al mantenimiento de las escuelas primarias, a la edificación de locales adecuados y a la adquisición de material didáctico.

Como ha quedado dicho, no se concibe, pues, la historia de la educación en nuestro país sin el correspondiente lamento por la falta de partidas presupuestarias suficientes destinadas a atender aquello que Belgrano calificó desde las páginas del Correo del Comercio como "palanca del desarrollo de las naciones".

Por eso no hemos venido hoy a sumarnos a ese lamento ni a repetir esa historia, si bien seguramente es una genuina aspiración de todos los que hoy estamos aquí reunidos, que progresivamente se aumente, y lo que tal vez es más importante, se asigne mejor el presupuesto para la educación.

El propósito de esta Jornada es, entonces, superar la instancia del reclamo económico y avanzar en la formulación de una propuesta que sin olvidar los ideales de los hombres de mayo y de la organización nacional, persiga en los umbrales del tercer milenio garantizar a todos los habitantes de nuestro país los principios constitucionales de acceso a la enseñanza e igualdad de oportunidades, condiciones mínimas para asegurar la equidad que debe imperar en todo sistema republicano y democrático. La mejora de la equidad depende del crecimiento sostenido y de la elevación de la calidad laboral; la baja calidad laboral es la otra cara de una productividad reducida, pero también es el resultado de un escaso capital humano: el 76% de los que tienen un empleo intermitente no completó la secundaria, el 90% no sabe informática, el 87% no conoce idiomas y el 80% nunca hizo un curso de capacitación. La desigualdad tiene mucho que ver con la forma en que está distribuido el conocimiento.

Esta propuesta de cambio también deberá aspirar afanosamente y sin claudicaciones a la calidad y la excelencia. Sin calidad no hay desarrollo y sin desarrollo no hay posibilidades para nuestra gente. Calidad y equidad deben ser, pues, los nuevos estándares de la educación en Argentina.

Hoy en día, los diagnósticos y las estadísticas son cada vez más abundantes y completos, recurso que en el siglo pasado era una ilusión futurista. Recordemos que recién en 1869 por primera vez el censo permitió una aproximación a la situación educativa de la República. Ahora, a diferencia de aquellas épocas, la sociedad cuenta con información de primer nivel para poner en marcha las medidas correctivas necesarias.

Ha quedado debidamente relevado por medio de estudios realizados por prestigiosos analistas e instituciones, la insatisfactoria calidad de la enseñanza en todos sus niveles, las elevadas tasas de repitencia escolar, la desafortunada implementación de la promoción automática, los altos índices de deserción en algunos niveles sociales, la distribución no siempre eficaz y equitativa de los recursos, la disminución de las horas anuales de clase, la necesidad de mejorar el salario de los maestros, las deficiencias que se advierten en el régimen laboral de los docentes, las imperfecciones del sistema de capacitación de los educadores y el escaso tiempo que los alumnos dedican a las actividades escolares en sus hogares, entre otras cuestiones.

Por último, esta Jornada es un llamado también a la responsabilidad de las dirigencias políticas y gremiales para que faciliten la innovación, alienten la apertura a experiencias novedosas de descentralización y autogestión y por sobretodo, para que la educación sea la prioridad en todas las agendas de las políticas de gobierno.

Para finalizar, y antes de cederle la palabra al Dr. Domingo Cavallo, valgan estas palabras de Sarmiento en ocasión de recibir el doctorado honorario de la Universidad de Michigan el 2 de julio de 1868 para transmitirles el espíritu de esta Jornada que organiza el Bloque Acción por la República: "Ante todo he sido durante mi vida maestro de escuela, cualquiera que fuese el puesto que ocupase, hasta el más encumbrado; hoy representante de la República Argentina, sigo siendo principalmente maestro de escuela, y si mis conciudadanos me honran con su voto para regir los destinos del país, seré en la presidencia de la República, como siempre, ante todo, maestro de escuela". Muchas Gracias.


El Dr. Borrelli presentando la jornada. En el panel, de izq. a der., Lic. Filmus, Dip. Cavallo, Lic. Llach y Prof. Bitar Fernández.

Diputado Domingo F. Cavallo:

Queridas amigas y amigos voy a usar sólo unos pocos minutos porque este seminario o esta jornada sobre educación se han hecho precisamente para escuchar a quienes están investigando y trabajando sobre el tema y pueden hacer aportes valiosos a la solución del problema que la educación significa para la Argentina. Simplemente quiero decirles que la escuela debería ser el lugar desde el cual se administra la política social porque no hay herramienta más vigorosa en la lucha contra la pobreza, contra la desocupación, contra el crimen que la buena educación de los niños y de los jóvenes; y sobre todo, el que todos los niños y todos los jóvenes estén en la escuela recibiendo buena educación y, al mismo tiempo desde ahí, sobre todo en los barrios pobres y en los lugares con mayores problemas de pobreza, participando la escuela en la atención de los problemas sociales de las familias a que pertenecen esos niños. El otro día estuve en Rosario, y hablando con gente que trataba de explicar la creciente criminalidad en esa ciudad, escuché una argumentación que me pareció realista. Muchas familias que han ido llegando a Rosario, migrando desde lugares muy pobres y se han instalado en los alrededores de la ciudad, tienen niños, jóvenes que obviamente no consiguen trabajo pero además no están en edad de trabajar y que tampoco concurren a la escuela porque no se preocupan porque los niños y los jóvenes estén en la escuela. Además las necesidades de esas familias los llevan a veces a pensar que los niños y los jóvenes tienen que contribuir a conseguir dinero sea como fuere, incluso mendigando o en tareas callejeras. Entonces son esos niños y esos jóvenes los que se transforman en víctimas de los que luego los utilizan y los inician en actividades delictivas, a veces introduciéndolos en el mundo de la droga. Yo creo que eso es parte importante del incremento de la criminalidad que se está viviendo en el país. Por eso si encontráramos formas para que cada escuela, particularmente en los barrios más pobres, contara con los recursos no sólo para tener un cuerpo docente de alta calidad y enseñar de una manera efectiva a esos niños y a esos jóvenes sino además concentráramos en las escuelas los recursos para desde esa institución tan importante apoyar a las familias, a los padres de esos niños que asisten a esas escuelas cuando estos tengan problemas de trabajo, problemas de salud, pasen por situaciones de pobreza; entonces estaríamos consiguiendo dos cosas al mismo tiempo. Por un lado, trabajar sobre esos niños y esos jóvenes para que estén bien preparados para enfrentar los desafíos de la vida y sacar a sus futuras familias de la marginación y de la pobreza; y al mismo tiempo estaremos ayudando a que esos familias que necesitan asistencia la logren precisamente si envían y se aseguran que sus niños trabajen en la escuela en su propia educación. Esto es simplemente un enfoque que a mi me parece muy importante para la solución de los problemas de Argentina en el futuro. Pero obviamente pensar en como organizar el sistema educativo en todas sus etapas para que todos los niños y los jóvenes tengan la oportunidad de recibir una buena educación y luego salgan bien preparados para enfrentar los desafíos de la vida, para conseguir un empleo, para poder progresar, es algo sobre lo que deben opinar quienes están trabajando profesional y seriamente sobre esta materia. Y ese es el sentido de esta jornada sobre educación, así que valgan esta pocas palabras como apertura y les cedo a los participantes del primer panel, el uso de esta tribuna. Muchas gracias.

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