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Año 9 - Número 2548      -      05 de Junio de 2017

 

 

La FAA y el control de la frontera aeroespacial

El comandante de Adiestramiento y Alistamiento, CAA, y el titular del Comando Aeroespacial de las Fuerzas Armadas arribaron al aeropuerto salteño de General Mosconi, a 60 kilómetros de la línea de frontera entre Argentina y Bolivia, para recorrer la Base Aérea Militar de Despliegue Operativo (BAMDO) Tartagal

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El objetivo de la visita fue conversar con el personal desplegado; relevar información sobre las novedades que van surgiendo en la cotidianeidad de la base y observar el funcionamiento del sistema de radarización allí instalado. Estuvieron acompañados por el jefe del Estado Mayor de ese comando, brigadier Pedro Girardi.

La BAMDO Tartagal, que depende del CAA, está integrada por personal de la Fuerza Aérea Argentina proveniente de diferentes unidades y variadas especialidades; cuenta con un radar semifijo propio que se encuentra en plena operatividad y registra cada movimiento que se produce en el espacio aéreo del norte del país las 24 horas, los 365 días del año, a la vez que dispone de aeronaves que se mantienen en estado de alerta.

Como explica el brigadier Janer, en conversación exclusiva con Noticias en Vuelo, las bases de despliegue se crean puntualmente con el fin de alojar a los aviones que operan a órdenes del Comando Aeroespacial, cuya misión es lograr un control permanente y exhaustivo del espacio aéreo en el que se encuentran ubicadas. Además, se activan por períodos limitados y de forma selectiva; no funcionan todas al mismo tiempo, sino que se van alternando, pueden crearse otras y hasta cambiar la ubicación. “Cualquiera de los aeródromos que hoy existen en el norte del país con capacidad para que operen nuestros aviones, son factibles de ser instrumentados como bases de despliegues”, asegura el brigadier.

Este es el caso de la BAMDO Tartagal que fue puesta en funciones desde principios del mes de abril y provee sostén logístico y de mantenimiento a las aeronaves de la Fuerza Aérea Argentina para cumplir con la tarea principal para la que fue creado el Comando Aeroespacial: la vigilancia y defensa aérea de todo el país.

Este organismo, que nuclea a las tres Fuerzas Armadas, está compuesto por dos estructuras principales: por un lado el Estado Mayor, que es el encargado de la planificación y previsión de todas las actividades que va a desarrollar el Comando durante el año y, por otro, la Dirección de Operaciones que realiza el seguimiento de la situación aeroespacial durante todo el año y, producido un incidente, es la responsable de dar respuesta a esa situación.

Para su funcionamiento intervienen radares primarios y terrestres de la Fuerza Aérea y el Ejército y elementos provistos por la Armada que, distribuidos en distintas zonas del norte del país, forman parte del Sistema de Vigilancia y Control Aeroespacial que busca obtener un grado de cobertura razonable desde el punto de vista aeroespacial.

“La Fuerza Aérea provee al Comando Aeroespacial de todos los medios aéreos, radares y recursos humanos”, aseguró el comandante de Adiestramiento y Alistamiento en diálogo con Noticias en Vuelo y siguió: “La actividad de la nuestra Institución desde el punto de vista del aire, que es su jurisdicción, es parte de todo un sistema que trabaja en la detección, identificación e interceptación de aeronaves que pueden ser irregulares porque cometan algún tipo de infracción, no contar con un plan de vuelo, por ejemplo, o ilegales, es decir, sujetas a acciones de contrabando (…) En aquellos lugares donde hay reglas específicas como lo es el norte de nuestro país, el avión pasa a ser directamente considerado un tránsito aéreo irregular y puede haber una calificación intermedia que es avión no identificado. Ambas situaciones requieren una interceptación”.

Como explica el brigadier Janer, “el Decreto 228 emitido por el Poder Ejecutivo Nacional en 2016 -que se prorrogó con el Decreto 50 de 2017- establece un protocolo y reglas de aplicación ante la detección de vuelos irregulares. La Ley de Derribo se aplica en el caso de ser necesario. Periódicamente, se interceptan aviones clandestinos; hay aeronaves a las que se obliga a aterrizar y otras a las que se las acompaña, dependiendo de la situación particular. Toda la información que se obtiene de los medios aéreos se le da traslado en tiempo real a las Fuerzas de Seguridad para que se realicen las acciones policiales o judiciales pertinentes o intervenga la autoridad que corresponda a la vez que es compartida con otros países como Uruguay, Brasil y Paraguay con los que tenemos convenios”.

Es claro que, para que el Comando Aeroespacial pueda tener la operatividad que hoy tiene, “hay un montón de pequeños elementos que confluyen. Mantenemos activa tanto la presencia de aviones como de radar y la cantidad del personal varía de acuerdo a las necesidades, a las actividades a desarrollarse y a los medios con los que se cuente. El trabajo en la zona norte del país es permanente”, afirma Janer y Charadía agrega satisfecho: “Tenemos el control de la frontera aeroespacial”.

 

La BAMDO Tartagal

Actualmente, cuenta con aeronaves IA-63 Pampa -provenientes de la VI Brigada Aérea de Tandil- que cumplen tareas de vigilancia en las zonas de frontera, reforzando el control aéreo ejercido por el radar instalado en la ciudad salteña. Como describe el comandante aeroespacial, “los aviones destinados para esa función se van rotando y puede ser cualquiera que tenga la aptitud para desarrollar la tarea asignada, como es el caso de los Pampa, Pucará, A-4AR y Tucano”.

Los pilotos allí desplegados se mantienen en apresto y en posición de alerta esperando el llamado del Centro de Operaciones Aeroespaciales (COAe), situado físicamente en el partido bonaerense de Merlo, que determina cuándo deben realizar interceptaciones. El resto del tiempo es aprovechado por los oficiales para continuar con su adiestramiento y sumar horas de vuelo.

Al referirse a la visita a dicha base, el comandante aeroespacial comentó que “durante el año hacemos un especie de recorrido de inspección en distintos lugares. Por un lado, nos permite ver in situ qué se está haciendo y comprobar que la actividad se desarrolle de acuerdo a lo previsto y por el otro, conocer la problemática del personal, que es lo más rico que tenemos. Considero que es muy importante el contacto; que ellos tengan el mensaje directo del responsable de sus funciones y que puedan evacuar dudas. De esta manera, podemos comprobar qué tan efectivos hemos sido en la transmisión y tener un feedback sobre lo que ellos observan y necesitan en su despliegue”.

Al hacer un balance de los distintos recorridos, el brigadier Janer manifestó orgulloso que “siempre rescato el excelente recurso humano que poseen las Fuerzas Armadas en general; observo un gran compromiso con la tarea que están realizando, que muchas veces va más allá de su labor ordenada. Veo una excelente predisposición e insisto, un gran compromiso por hacer las cosas de la mejor manera posible y tratar de ser de utilidad dentro del sistema. Realmente, me enorgullece poder contar con esta calidad de gente”.

Fuente: FAA - Enviada especial: 1er Ten. Laura Pereyra. Fotos: FAA


 

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